En los últimos meses hemos visto las redes sociales llenas de memes con la palabra “coquette”, un término que en español significa, tal cual, “coqueta” y que hace referencia a un estilo asociado con la idea de lo hiperfemenino, por ejemplo los colores rosados, las telas delicadas como el encaje y el uso de moños.
Estos elementos nos remiten a la niñez y determinan una identidad. Ya sea que hayamos sido niñas de moños gigantes y calcetas con encaje y perlas, o nos hayamos negado a los tonos rosados y a los vestidos, todos estos referentes de la indumentaria infantil no nos son indiferentes.
¿Pero en qué momento dejamos de usarlos y consideramos que no nos gustaban o que no reflejaban nuestro gusto? En mi caso, tenía poco más de 10 años cuando aún usaba vestidos, pero mis compañeras de la primaria ya no lo hacían y, de hecho, se manifestaban en contra de ellos. Poco a poco dejé de usar moños, calcetas bordadas y, por mucho que no quería, también abandoné los vestidos.
Me pasó algo similar con el color rosa, “el rosa es de niñas” escuchaba, y ser niña se asociaba con una idea de debilidad y de romantización de la realidad, y nadie quiere ser descrita así. El androcentrismo y los estereotipos de género se metieron en nuestros clósets para decirnos cómo vestir si queríamos ser consideradas como cool, inteligentes o guapas.
Y más allá de indagar en el origen del estilo coquette, queremos profundizar en cómo, por mucho tiempo, hemos renegado de lo femenino y, tal vez, hasta hemos sido las pick me girl que decidimos alejarnos de la moda hiperfemenina para ser consideradas como “diferentes”.
¿Por qué el estilo coquette nos permite hacer las paces con expresiones de la feminidad?
Desde los mandatos de género a las mujeres se nos ha impuesto ser complacientes y dulces para obtener validación del género masculino. Sin embargo, este tipo de reconocimiento que nos desconecta de nuestros propios deseos, nos ha llevado a recurrir a comportamientos de una pick me girl, es decir, actitudes que demuestran que “no somos como las otras chicas”.
Este comportamiento es sexista y fomenta la rivalidad femenina y el pacto patriarcal. La socióloga feminista Margarita Mantilla, en entrevista con La Cadera de Eva, nos explicó que romper con este proceso implica una toma de consciencia sobre la relación que tenemos con nosotras mismas, porque al mejorar esta relación también se rompe el ciclo de automisoginia y de rivalidad femenina.
“El patriarcado desde el discurso dominante se alimenta de la misoginia del hombre, pero también, de las mismas mujeres hacia si mismas y hacia las otras”, concluye.
- ¿Te han hecho comentarios por tu manera vestir, peinarte o maquillarte?
- ¿Se te ha antojado ponerte tacones, un vestido o maquillarte, pero has preferido no hacerlo para no ser “clasificada” de cierta manera?
- ¿Has sentido vergüenza de tus intereses y gustos?
- ¿Te sientes inconforme con tu estilo y te gustaría probar algo distinto?
¿Respondiste que sí a alguna de estas preguntas?
Queremos recordarte que no necesitas la aprobación de nadie para lucir lo que a ti te gusta. Desde una autodefensa feminista queremos proponerte que platiques de este tema con tus grupos de apoyo y, desde ahí, encuentres las ganas, la valentía y la libertad para atreverte a conciliarte con una versión tuya que hasta ahora, por los mandatos de género, no has podido abrazar.
¿Qué personajes son coquette y no lo sabíamos?
Para inspirarte en esta tendencia, te dejamos a seis coquettes que adoramos de nuestra infancia y que son referencia en esta estética hiperfemenina:
- Minnie Mouse
- Angélica Pickles de los ‘Rugrats’
- Bombón de ‘Las Chicas Superpoderosas’
- Marie de ’Los Aristogatos’
- Hello Kitty
- Daisy