Entre máscaras contra cabelleras, no sabemos cuántas caídas más deberemos tener las mujeres en esto de sostener nuestros derechos, y si ganarán técnicos, rudos, conservadores, liberales o los derechos de las mujeres. En esta “lucha libre” sin límite de tiempo, las leyes y el marco jurídico nacional e internacional están guardados en los escritorios, incluyendo el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), así que, desempolvando sus instrumentos oficiales, mencionan que su objetivo institucional es:
“Promover y fomentar las condiciones que posibiliten la no discriminación, la igualdad de oportunidades y de trato entre los géneros; el ejercicio pleno de todos los derechos de las mujeres y su participación igualitaria en la vida política, cultural, económica y social del país”. Lo cual, infiero, le da posibilidad de pronunciarse, enmarcar, visibilizar y/o recomendar cuando esto se trasgrede.
Me refiero en especial a todos los temas vertidos en la marcha del pasado 25N así como, a los diversos acontecimientos de violencias públicas en las diferentes esferas sociales, culturales, económicas y políticas entre personas de la vida pública de nuestro país. Una garantía que como ciudadanía tenemos es el derecho a la libertad de expresión, sin embargo, esta se vulnera cuando tiene un monto de violencia misógina-patriarcal.
Uno de estos casos fue el suscitado, en junio pasado, en torno a la reunión del Consejo Nacional de Morena para elegir la candidatura presidencial de 2024, circulando un video donde aparece Claudia Sheinbaum, confrontándose con Alfonso Durazo, Consejero Nacional de Morena, por incumplir los acuerdos entre los precandidatos, en específico, el no llevar celulares y grupos de apoyo. Sin embargo, más allá del evento, este video da para analizarse en muchos sentidos, destacando las desventajas estereotipadas de ser una mujer candidata.
Otro suceso fue el vivido entre la secretaria general de Morena, Citlali Hernández y el empresario Ricardo Salinas Pliego, quien a través de tuits se refería a su aspecto físico, degradándola, insultándola, y hasta amenaza de muerte hubo, ejerciendo violencia política de género, lo cual, en esta ocasión, si fue sancionado por el Instituto Nacional Electoral (INE), obligándolo a borrar los mensajes hacia la secretaria.
Recientemente vimos al periodista Joaquín López Dóriga en otro brote de misoginia, ya que en el año 2000 también le pasó con Irma Serrano, cuando era senadora independiente, obviamente a esta loba de mar difícilmente se le intimidaba, pero chequen el video en YouTube para que lo recuerden.
La más reciente de Dóriga fue con Clara Brugada, precandidata a la gubernatura de la Ciudad de México, la cual demostró temple y firmeza ante los cuestionamientos y frases cargadas de violencia de género y misoginia. Lo cual me hace pensar que el periodista desconoce las acciones afirmativas, que en el portal del INMUJERES se describe como “el conjunto de medidas de carácter temporal correctivo, compensatorio y/o de promoción, encaminadas a acelerar la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres”, lo cual pone en entredicho aseveraciones como regalarle un lugar, desconociendo la trayectoria, preparación y base social de la precandidata.
Y el último de esta semana, fue el cierre de la cuenta X del expresidente Vicente Fox, quien llamó “dama de compañía” a la funcionaria Mariana Rodríguez, esposa del candidato a la presidencia Samuel García, a lo cual Movimiento Ciudadano ya interpuso una denuncia ante el INE. En este caso también destacan como las reacciones de Xóchitl Gálvez, candidata del PRI-PAN-PRD.
Ante estos hechos es importante no perder de vista que la paridad de género, la equidad y las acciones afirmativas, no son regalos para las mujeres, son derechos plasmados en los marcos normativos nacionales e internacionales, uno de ellos es la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, por ello no tendríamos que estar en el ring para mantener nuestros derechos, sino creando nuevas brechas para el crecimiento de nuestra sociedad.