Lo veíamos venir. El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos representa una amenaza directa a los derechos, vidas y libertades de miles de personas. 

Lo que parecía un terreno ganado en cuanto a derechos de mujeres y disidencias, hoy se ve amenazado por una agenda conservadora y ultraderechista que, bajo argumentos biologicistas, machistas, racistas y xenófobos ha iniciado una campaña de ataque contra cuerpos y la vida de mujeres, personas LGBTIQ+, personas migrantes y comunidades vulnerables.

En su nuevo mandato, Trump ha promovido definiciones estrictas de sexo y género basadas en una  "verdad biológica", sin sustento, interpretadas como un ataque a la diversidad sexual y derechos de las mujeres y personas LGBTIQ+. 

Su administración también impulsa restricciones al aborto, buscando criminalizar su la interrupción del embarazo en casi cualquier circunstancia. Esta semana, Alejandra Soto, directora de comunicaciones de Planned Parenthood, nos describió el panorama como "gris", advirtiendo que la crisis para los derechos sexuales y reproductivos se profundizará. La propuesta de prohibición del aborto después de las 15 semanas de gestación es solo el inicio de un asalto legislativo más amplio.

El concepto de "personalidad fetal", promovido por organizaciones antiderechos, ya se ha propuesto en seis estados, otorgando derechos legales a fetos desde la concepción y criminalizando a quienes buscan interrumpir su embarazo, como lo documentó esta semana The Guardian. 

Trump ha dejado claro que este concepto será clave en sus nuevas órdenes ejecutivas, consolidando un retroceso a los derechos reproductivos de las estadounidenses.

Este escenario recuerda la época anterior a Roe vs. Wade, cuando las mujeres recurrían a métodos inseguros para abortar, poniendo en riesgo su salud y vida. 

Las políticas restrictivas de Trump no eliminarán la práctica del aborto; solo lo harán más peligroso, particularmente para las mujeres racializadas, las migrantes y las personas en situación de pobreza, quienes ya enfrentan barreras estructurales para acceder a servicios médicos básicos. Particularmente las mujeres migrantes, quienes durante la administración de Trump sufrirán un acoso específico ampliado por las políticas migratorias xenófobas y racistas. 

Además, la cancelación del programa CBP One ha dejado a cientos de migrantes LGBTQ+ en Méxco en situación de extrema vulnerabilidad. En Tapachula, Chiapas, Raúl Caporal, director de Casa Frida, nos advirtió esta semana que más de 400 personas han quedado atrapadas en un limbo legal sin acceso a protección.

El auge de la ultraderecha y el fascismo que acompaña el resurgir de Trump no es un fenómeno aislado de Estados Unidos. En Latinoamérica, los movimientos conservadores han ganado terreno, influenciando políticas públicas que restringen derechos y libertades. 

Esta reacción también se refleja en la moda y cultura, donde se reafirman roles de género tradicionales. La reciente aparición de Ivanka Trump en un conjunto sobrio de Dior ha evocado la distopía de El Cuento de la Criada, donde los derechos de las mujeres son anulados en nombre de un supuesto orden moral conservador.

El regreso de Trump y el endurecimiento de sus propuestas no es un fenómeno específico, sino parte de un patrón global que erosiona derechos de mujeres, minorías y personas vulnerables. 

La lucha por los derechos sexuales y reproductivos, la diversidad de género y la protección de migrantes es una batalla crucial en el contexto global. 

El retroceso de los derechos reproductivos y la reafirmación de valores ultraconservadores nos afecta a todos, todas y todes. La resistencia debe ser colectiva, incluyente y decidida.