Los pasados 27, 28 y 29 de septiembre tuvo lugar el foro: “Debates en torno a las políticas públicas hacia la igualdad de género: violencias, cuidados y disidencias sexo – genéricas”, el primero en el Instituto Mora, el segundo en la UAM – Xochimilco y el tercero en el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.
En el caso de las sesiones de los primeros días se abordó, de diferentes maneras y ángulos, el importante tema de los cuidados junto con sus implicaciones en cómo pensar la igualdad de género y una agenda robusta de derechos humanos.
En el Instituto Mora se abordaron los temas sobre la violencia de género y el acceso a la justicia en condiciones de igualdad y, por otro lado, sobre los derechos reproductivos, las maternidades y la violencia obstétrica.
En este contexto, quisiera detenerme a reflexionar sobre la relación que tiene la procuración de la justicia con perspectiva de género con el hecho de generar una agenda de cuidados. Como lo mencionó la investigadora del CIEG, Lucía Núñez, para evitar y prevenir la violencia de género, promovida en gran mayoría por los sesgos y estereotipos de género, es indispensable generar políticas públicas creativas no nada más en las fiscalías, ministerios públicos o centros de readaptación social; por el contrario, es fundamental cuidar de nuestro tejido social. Es decir, generar espacios comunitarios de ayuda y colaboración, donde una agenda educativa cuestione dichos estereotipos, a la vez de generar capacidades sociales e individuales que logren compensar o solucionar la soledad vivida por las y los jóvenes, contribuyendo a forjar un sentido y significado a sus vidas.
En otras palabras, la mejor estrategia para solucionar la violencia no es la punitiva ni la carcelaria, sino a través de atender las causas estructurales que la producen.
Por otro lado, el tema de los derechos reproductivos también guarda relación, aunque no se ha visibilizado suficientemente en el debate público o académico, con la agenda de cuidados. En el caso de este conversatorio, se abordaron los temas de las maternidades y de cómo existen diferentes visiones e ideales sobre qué significa ser madre en diferentes contextos socioculturales. Ser “buena” madre para una mujer de la sierra de Chiapas es diferente que para una chica regiomontana de una clase social media alta, por ejemplo.
Sin embargo, a pesar de las diferencias que existen sobre qué significa ser buena madre o de los medios que cada una tenga para enfrentar los cuidados cotidianos que la maternidad conlleve, las mujeres necesitamos desarrollar capacidades similares situadas socioculturalmente de manera específica y contar con medios para ejercer adecuadamente nuestros derechos. Por ejemplo, tener autocuidado siempre implica decidir si podemos o no tener más hijos, lo que también significa gozar de tiempo libre para el descanso y el ocio, así como contar con medios económicos para cuidar de nuestra familia –más allá de cuál sea nuestro estatus civil–. Por ello, la agenda de cuidados va de la mano estrechamente junto con otras muchas agendas feministas.
Contar con una agenda de cuidados es una condición de posibilidad para mejorar la calidad de vida de las mujeres (tanto de quienes trabajan en el mercado formal como en el informal) fundamental para el ejercicio de nuestros derechos económicos, sociales y culturales y, necesaria también para poder contar con un tejido comunitario en el cual apoyarnos cuando cuidamos a nuestros seres queridos –hijas, adultos mayores, personas dependientes–. Como mencionó la investigadora Ángeles Sánchez Bringas, la sociedad en su conjunto debe colocar a la agenda de los cuidados en el centro de la prioridad pública para alcanzar la construcción y el acceso a la justicia con perspectiva de género en nuestras sociedades.