El 2023 ha sido un año coyuntural en la identificación de violencia, los discursos feministas cobran mayor fuerza y las personas cargan consigo las herramientas para reconocer algunas de las circunstancias que les atraviesan, como el machismo, la misoginia e incluso más grande, la violencia sistémica.
Una serie de palabras y conceptos que, datan desde hace décadas, pero que se han naturalizado en los discursos, en las redes e incluso, en la cotidianidad de nuestras conversaciones. Reconocerlas es el primer paso para producir el cambio; nombrarlas es combatirlas.
En este sentido, existen 3 violencias de las que resulta imposible salir bien librade, nos atraviesa de manera universal y normaliza comportamientos que perpetúan la desigualdad:
- Violencia simbólica
- Violencia estructural
- Violencia sistémica
Este 2023 y reconociendo la importancia de darle nombre a lo que nos oprime, La Cadera de Eva te explica su significado y diferencias, por un 2024 con unas gafas violetas bien puestas y listas para cuestionar lo que nos rodea.
Foto: Cuartoscuro
Violencia sistémica
¿En qué pensamos al hablar de violencia? Seguramente, dentro del imaginario colectivo consideramos que la violencia mantiene una relación muy sencilla; la víctima y quien ejerce la violencia. Una clase de dicotomía que hemos aprendido bien, quien recibe el daño y quien lo hace.
La violencia sistémica va más allá de esto, siendo una de las principales creencias, el pensar en una relación "persona vs sistema", Este concepto no ahonda en una clase de luchas puntuales, sino más bien, visibiliza cómo el orden de las cosas nos vulnera a todas, todos y todes, asimismo, cualquier persona puede ejercer esta clase de violencia -sí, también tú y yo-.
Interviene el contexto social, la cultura, las leyes, la familia, la corrupción del Estado, los estereotipos y también, actúan de manera simultánea todos los poderes en conjunto con la sociedad, hablamos de una multidimensionalidad de violencia que, aunque es general, afecta mayoritariamente a mujeres, disidencias, personas de comunidades indígenas y otros grupos históricamente segregados.
Entendamos esto último con un ejemplo concreto de la escritora Rita Segato, quien cuestionó cuántos agentes influyen para que una mujer sea víctima de violencia doméstica; la violencia doméstica no es un tipo de fenómeno privado, es algo sistémico.
Es sistémico porque la mujer considera que esa violencia es normal en el matrimonio y que es culpable de lo que sucede, la comunidad que la rodea no levanta la voz, ni denuncia por considerarlo culturalmente como un problema "privado de pareja". Por otra parte, no hay condiciones que le provean de protección y seguridad; una mujer víctima de violencia doméstica no sólo lucha contra su violentador, lucha contra el sistema.
La escritora Silvia Federici advierte que su invisibilidad y normalización es preocupante, pues resulta imposible derrocar todo un sistema cultural y socialmente promovido por el patriarcado, Entonces, ¿qué podemos hacer? Rita Segato nos da una pista.
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La violencia sistémica no continuaría alimentándose y perpetuándose sin el abono de otra herramienta de poder: la violencia estructural.
La diferencia más esencial es concreta, mientras la sistémica está en todo espacio, prepara el terreno para la violencia estructural que se alimenta de todas estas condiciones para que las instituciones y estructuras del Estado sean deficientes, propiciando así, fenómenos a gran escala como la revictimización o la negligencia.
Violencia estructural
¿Imaginas que las estructuras del Estado no te favorezcan a causa de tu género, origen, etnia o color de piel? La violencia estructural aparece para perpetuar lo que la violencia sistémica ha creado; la enfermedad y el síntoma.
Un ejemplo de esta relación es la brecha salarial en razón de género, pues mientras la violencia sistémica pauta qué deben hacer las mujeres (dedicarse al trabajo no remunerado y a la familia), qué deberían de estudiar e instaura la creencia de que son incapaces de desarrollarse en el ámbito profesional, la violencia estructural se articula aquí, para dar preferencia a hombres para ocupar puestos de poder, pagar menos a sus trabajadoras, segregar y evitar su ascenso a mejores oportunidades.
La socióloga Clotilde Proyever explica en sus obras que la violencia estructural es todo espectro que condiciona y hace posible que existan fenómenos como la violencia de género. ¿Sabías que esto también pauta nuestro acceso a la tierra, a una vida libre de violencia y hasta nuestra posibilidad de ascender en la movilidad social?
Foto: Cuartoscuro
Te dejamos acá una serie de ejemplos importantes en: Violencia estructural: 4 ejemplos para entenderla
Hay algo importante que no debemos perder de vista y es cómo los sistemas de opresión y desigualdad se alimentan entre sí, no prevalecen de manera aislada, sino que se sostienen de otras formas de violencia (género, raciales, homofobia, xenofobia), para asegurar su posición. Y dentro de esos marcos existe otra violencia que, sin un ejercicio de cuestionamiento sobre las estructuras, resulta casi imposible de dimensionar: La violencia simbólica.
Violencia simbólica
Iconos, signos, valores estereotipados, dominación, desigualdad, patrones de comportamiento y mensajes violentos propagados a través de los medios de comunicación. Su objetivo es normalizar la subordinación de ciertos grupos e incluso, justificar la violencia.
Rita Segato señala que esta violencia resulta difícil de ver, pues no posee una manifestación física, sin embargo, sí se sostiene en la misma base patriarcal y propicia el control social. La autora identifica tres características de la violencia simbólica:
- Diseminación masiva
- Arraigo en la sociedad y las familias
- Falta de definiciones o formas de nombrarla
¿Cuántas películas, novelas, series o discursos utilizan lenguaje violento y muestran a mujeres estereotipadas en contextos de violencia? o tal vez, el mensaje constante del canon de belleza gordofóbico y racializado.
Foto: Cuartoscuro
La violencia simbólica no sólo es compleja de identificar por su normalización en el contenido que consumimos -y bombardea- cotidianamente, sino que además, se articula con una arma poderosísima que es la difusión masiva; está en los espectaculares de las avenidas, en el comercial, en los anuncios de las redes sociales, en los programas, noticiarios, en los diarios y en cualquier vehículo de comunicación.
Te dejamos 5 ejemplos más dando clic aquí, sobre la violencia simbólica y cómo abona a otros fenómenos como la violencia estética, el racismo en la misoginia.
Por ello, rumbo al 2024 no hay mejor autodefensa que nombrar, reconocer, señalar y cuestionar el mundo que nos rodea, sólo así, podremos comenzar a construir espacios mejores, acuerparnos y combatir lo que -hemos creído- es inamovible.